implantables. Sin embargo, el pequeño aparato resultó estar «contaminado» por un virus. Este virus podría haber sido transferido a otros sistemas electrónicos con los que el científico ha estado en contacto.Gasson se implantó el chip en su mano hace un año para realizar un experimento científico. El artilugio es una versión mejorada de los chips de identificación utilizados para localizar a las mascotas perdidas, algo más sofisticado que los que llevan los perros y los que se utilizan en las etiquetas de seguridad para evitar robos en las tiendas. El dispositivo estaba programado para que su propietario pueda abrir las puertas de seguridad de la universidad y desbloquear su teléfono móvil.
Según Gasson, a medida que la tecnología implantable se ha desarrollado, también se ha vuelto más sensible a los virus informáticos. «Nuestra investigación demuestra que es posible comunicar, almacenar y manipular datos en los implantes. Los beneficios de este tipo de tecnología tienen sus riesgos», ha confesado el científico.El peligro es que alguien pueda acceder a uno de estos aparatos tecnológicos implantados y cambiar la programación a su antojo o utilizarlos con fines no médicos, algo que, a juicio de Mark Gasson, debe ser tenido en cuenta de cara al futuro.
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